Uno de los centros escolares de la capital. Estos colegios pueden considerarse, actualmente, como espacios de acción psicosocial que superan el ámbito familiar
Hagamos pedagogía del COVID-19
Este es un artículo de opinión que realiza un análisis sobre la escuela como lugar idílico y fantástico. Un espacio de acción psicosocial que supera el ámbito familiar. Leerlo con detenimiento puede ser de utilidad a aquellas familias que tienen dudas sobre llevar a sus hijos a los centros educativos, en estos momentos, en los que el COVID-19 nos ha creado una incertidumbre profunda en la toma de decisiones.
Con el paso del tiempo nos hemos encontrado con un formato más sistemático, más ordenado, más preciso, que denominamos escuela. Este formato no solo garantiza el conocimiento, sino que es algo cambiante y dinámico, tal como lo es la sociedad de nuestro tiempo. Ya no basta con saber la tabla de multiplicar o distinguir las vocales de las consonantes, antes bien, nos encontramos con un lugar de obligaciones de horario, de ocupación de espacios en dinámicas de agrupamientos flexibles, de adaptaciones curriculares, de creaciones que trabajan lo general y lo concreto, de curriculums que no dimensionan solo los objetivos y los contenidos, amén de la metodología y la evaluación, sino que incorporan otros términos tales como el desarrollo de competencias lingüísticas, matemáticas, ecológicas, digitales…
Siguiendo con nuestro recorrido, encontramos una situación de aprendizaje muy importante entre las aspiraciones del que enseña y las esperanzas del que aprende, lo que nos lleva a preocuparnos por entender la diversidad, los diferentes ritmos de aprendizaje, la capacidad de receptividad, la falta de interés, de la existencia de motivaciones o ausencia de ellas, a analizar los hábitos y estilos de vida que podamos por configurar y ajustar…..
Es muy importante hacer comprender a la sociedad que la escuela es un lugar idílico y fantástico para el desarrollo de competencias en los pequeños y por ende un lugar idóneo de acción que supera al ámbito familiar en estos momentos tan difíciles.
Luego, todo lo analizado hasta ahora nos lleva a pensar y por ello decir que la escuela es algo profundo, donde la maduración y el aprendizaje van a determinar que nuestros hijos evoluciones en su personalidad y adquieran la capacidad de interactuar en un futuro medio en la misma sociedad que le ha preparado para ello con capacidad para mejorarla y engrandecerla.
Sin embargo, nuestro relato comienza a distorsionarse cuando aparece la pandemia provocada por el COVID-19. Nuestro edificio escolar, en un momento dado, reduce sus excelencias a la mínima expresión. Ya solo nos conformamos con que los soportes de comunicación digitales faciliten el proceso de enseñanza-aprendizaje para conseguir objetivos basados en el conocimiento sin más. Aun así, la brecha digital es tan profunda y los recursos, en algunos centros, tan pobres que muchos de los alumnos quedan rezagados en la lucha por la equidad educativa.
Pasado este primer temporal pandémico, las autoridades educativas, basadas en argumentos de los expertos sanitarios, plantean abrir los centros educativos. Algunas familias toman la decisión de no llevar a sus hijos a los centros educativos como medida preventiva ante las oleadas sucesivas de la pandemia. Algunos comentarios menores hablan de absentismo dado que la educación es obligatoria. A la vista de ello, es preciso matizar que estamos en un periodo extraordinario de vivencia escolar. No obstante, conviene aclarar que absentismo es otra cosa, algo que, de forma intencionada, por problemas sociales y familiares, priva a los escolares de una educación que al final se traduce en fracaso escolar.
En definitiva, estas otras medidas familiares adoptadas a las que hacemos referencia que se producen en la actualidad son intencionadamente protectoras y preventivas con la finalidad de evitar el contagio de sus pequeños. Todos queremos lo mejor para los nuestros. Sin embargo, siempre existe la duda de si estas medidas familiares están bien tomadas. Ante ello es muy importante hacer comprender a la sociedad que la escuela es un lugar idílico y fantástico (ya lo hemos argumentado con detalle) para el desarrollo de competencias en los pequeños y por ende un lugar idóneo de acción que supera al ámbito familiar en estos momentos tan difíciles.
Por todo ello, entiendo evitemos entrar en conflicto y sí hacer pedagogía del COVID-19.
E
